“Era casi un enano, de brazos descomunalmente largos, jorobado y tuerto. En su rostro redondo, unos pelos hirsutos de color indefinido hacían las vees de barba. Vestía una casaca raída y al andar lo hacía de costado, dando unos grotescos saltitos, que lo hacían asemejarse a un mono"
Así está descripto el protagonista del cuento "Bertoldo", de Julio César de la Croce, con unas fleischerianas ilustraciones de un tal Moreno. (Editorial Molino, Argentina, 1942)
Cuenta la típica historia de un aldeano contrahecho y avispado que entra a trabajar a la corte del Rey, se mete en algunos problemas y los va re garcando a todos gracias a su astucia.
Su proverbial astucia le gana la enemistad de la Reina y al final ya directamente lo quieren colgar, pero él pide que lo dejen elegir el árbol. Acompañado por una comitiva recorre el bosque viendo árbol uno por uno, hasta que los vigilantes se cansan-. Al Rey eso le parece inteligentísimo y lo contrata para que se quede definitivamente en la Corte.
Pero, ¡ironías del destino! Los manjares y festines de la Corte son demasiado para su sencillo estómago, acostumbrado a cebollas y zanahorias, y el pobre Bertoldo la palma de opulencia. ¡Una lección que no debemos olvidar!
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